martes, 24 de mayo de 2011

Soledad

“Cuando se llega a la soledad de una vida sin futuro cabe esperar la sinrazón de una esperanza baldía bañada en un océano de ilusiones ahogadas”

Cuando se llega a una situación, a un momento de la vida donde se tiene que elegir, siempre nos cuentan la bonita historia de que la gente acierta en las decisiones y son felices, pero ¿de verdad siempre se acierta? Esta es la pequeña historia de una decisión equivocada, de un camino que se torció, de una senda que se abandonó. Mi chico, mi amor, él estaba hay como todos los días y como todos los días hablabamos de cosas sin importancia, pero nos reiamos, yo era feliz. Hasta que llegó el peor momento de mi vida, el momento que me cambiaría la vida para siempre, el momento que quisiera borrar de mi existencia, el trágico momento. Eran las tres de la tarde de un día soleado, habíamos quedado a comer, y entonces antes del café, no sé porqué, maldito camarero que no trajo el café antes, de mis labios salieron dos sencillas palabras, te quiero. El me miró, creía que iba a morirme, sus ojos no me decían nada, hubo unos terribles segundos de silencio, hasta que el me dijo: yo soy tu amigo, y eso es lo que quiero ser. Cómo odio esas palabras, mis ojos se llenaron de lágrimas que no querían salir, me levante, dejé un billete sobre la mesa y despacio, con solemnidad pero como si fuese un paseo fúnebre me fuí alejando de ese lugar. A partir de ese día mi juventud desapareció, me hice mayor sin más y todo cambió. Ahora soy una triste chica. solitaria, que vive de ilusiones pasadas que flotan en un oceano de esperanzas en un mundo de soledad.

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